Comunidad Terapéutica Multifamiliar
Queremos compartir con ustedes nuestra experiencia como coordinadores del Grupo Multifamiliar que se lleva a cabo actualmente en el Servicio 24 del Hospital Borda, a cargo del Dr. Maximiliano Kelmansky.
Quien les habla, junto a mis otros dos colegas hemos concurrido activamente a distintos grupos multifamiliares. A partir de nuestra formación en esta perspectiva y seguros de sus grandes beneficios, no solo por las enormes ventajas clínicas en sí mismas, sino también por la posibilidad de que un pequeño grupo de terapeutas, pueda trabajar con varios pacientes y familias a la vez, es que sentíamos el deseo de comenzar a coordinar un Grupo de Psicoanálisis Multifamiliar (GMF) en algún servicio público de psiquiatría.
Esta inquietud venía siendo compartida con distintos colegas del Psicoanálisis Multifamiliar. Fue así que en una Jornada de Psicoanálisis Relacional llevada a cabo en la APA, el Dr. Dobner nos presenta al Dr. Kelmansky con quien tuvimos algunos intercambios sobre la importancia de aumentar la contención de los pacientes y sus familias y ofrecer mayor atención en respuesta a las grandes y diversas demandas. Luego de algunas conversaciones e intercambios se decide retomar los GPM, que en su momento realizaba el Dr. Jorge García Badaracco, creador del Psicoanálisis Multifamiliar en el mismo Hospital Borda. En esta oportunidad no sólo no encontramos resistencias por parte del equipo ni de la institución, sino una gran coincidencia en la perspectiva de cómo abordar la enfermedad mental grave. Esta posibilidad nos llenó de entusiasmo y fue así que comenzamos a transitar un camino que nos va enriqueciendo y llenando de satisfacciones.
Los grupos comienzan a desarrollarse en el sector del comedor del servicio para facilitar el acceso de los pacientes y sus familias. La idea era dar visibilidad a la propuesta y favorecer los intercambios espontáneos, invitando a las personas a participar voluntariamente y a acercarse o a retirarse según quisieran. La convocatoria se estableció para todos los viernes por la mañana. De a poco se fue haciendo familiar el sonido de sillas y bancos que entre terapeutas, pacientes y familias, que movilizamos de un lado a otro con el fin de armar “la ronda” para dar inicio al grupo.
Desde el comienzo, y a medida que transcurría “la Multi”, paralelo al desafío que nos implicaba llevar a cabo los encuentros en una población de las características del Hospital Borda, con factores sociales hipercomplejos, íbamos sintiendo el apoyo y las coincidencias de perspectiva que nos unían a la coordinación del Servicio. Una mirada sobre el sufrimiento mental grave que pone el acento en los beneficios de favorecer un ambiente seguro, de respeto y empatía que propicia el tratamiento ambulatorio, reconociendo los factores iatrogénicos de la hospitalización prolongada. La idea es crear las condiciones para una máxima participación de todos los miembros en un intento de minimizar las barreras entre el hospital y la ciudad. Se pone el énfasis en la heterogeneidad del dispositivo grupal y en las posibilidades de socialización de la Comunidad Terapéutica (García Badaracco, 1990).
Como decía el Dr. J. E. García Badaracco, el paciente se enferma en la familia y se cura en la familia. Para llevar a cabo esta idea en la práctica clínica propone tomar el concepto de Comunidad Terapéutica, el cual se populariza en la década de los 50 con Maxwell Jones, en el marco de las nuevas tendencias asistenciales que reflejaban una profunda modificación en la concepción de la enfermedad mental.
El GMF que llevamos adelante es abierto a TODA la comunidad, esto significa que además de incluir a los pacientes y sus familias, invitamos a que participen pacientes y terapeutas de otros servicios, enfermeros, colegas de otras instituciones, pasantes, etc.
Si pensamos que la disociación del paciente está determinada no solo desde adentro por la historia psicopatológica, sino por un campo social fuertemente dividido (García Badaracco, 1990), el campo social y comunitario se constituye en un factor determinante del proceso terapéutico. Los Grupos Multifamiliares nos ofrecen la herramienta para favorecer la interacción entre los pacientes, entre los pacientes y sus familias, entre las familias y pacientes entre sí, entre pacientes y terapeutas y entre terapeutas entre sí.
Buscamos propiciar un “lugar de seguridad emocional” donde los pacientes puedan manifestar sus aspectos más enfermos para ir redesarrollando recursos que les permitan comenzar a conectarse vivencialmente con sus aspectos más sanos, basándonos en los
conceptos fundantes del Psicoanálisis Multifamiliar, como son las interdependencias patógenas y patológicas y la virtualidad sana.
El reconocimiento del sufrimiento y la mirada de confianza del equipo es determinante para que avance el proceso terapéutico. Sostenemos, como decía el Dr. García Badaracco que “hay que creer para ver”. En este punto queremos acentuar el rol fundamental del equipo trabajando en co-terapia a modo de prevenir que el proceso se transforme en interminable. Allí donde algún terapeuta se identifica con lo patológico y más enfermo del paciente (el personaje), repitiendo la dinámica familiar, habrá otros profesionales que “rescaten “al paciente y al terapeuta poniendo la mirada en los aspectos más sanos.
El grupo, inmerso dentro de la Comunidad Terapéutica, neutraliza la violencia ofreciendo la posibilidad de desarrollar nuevas relaciones de respeto y ternura que habilitan experiencias nuevas y enriquecedoras. Comienza a aparecer la espontaneidad. La confianza comienza a darse, la resonancia con el dolor del otro, aparece el trato amable y respetuoso, no solo entre los pacientes y las familias entre sí, sino también entre éstos y el equipo y entre los profesionales.
En un contexto de trabajo democrático el acento está puesto en la participación, la iniciativa, la responsabilidad, la colaboración, el compromiso y la comunicación libre de TODOS los participantes.
El trato respetuoso y amable, nos permiten generar confianza en las posibilidades habilitantes del dispositivo multifamiliar en un contexto comunitario.
En este sentido son fundamentales los “pos-grupos”, actividad que se lleva a cabo cada vez que finaliza “una Multi”, donde todo el equipo participa intercambiando ideas, resonancias y vivencias de lo sucedido en el grupo. Donde podemos evaluar, aprender y corregir. Estas reuniones ponen el énfasis en las ventajas y riquezas del trabajo en equipo como posibilidad de apoyo mutuo, contención y resolución de conflictos del equipo terapéutico.
La Comunidad Terapéutica ofrece la posibilidad de ser continente de todo tipo de ansiedades, actuaciones y reclamos, sin dejarse “enganchar” como lo hace la familia verdadera. Este es un punto crucial para el desarrollo del proceso. De modo tal que el grupo multifamiliar comunitario ofrece una respuesta diferente cuando el paciente intenta recrear el clima familiar. Una respuesta creativa que permita al paciente la posibilidad de espontaneidad y de poner en juego su propia creatividad. Esto da la posibilidad al paciente de un proceso de aprendizaje que le permite reestructurarse desde un comienzo nuevo. Es decir que la Comunidad Terapéutica funciona como una familia sustituta transicional que va generando confianza por facilitar cierta plasticidad por parte de los terapeutas responsables, habilitando respuestas novedosas en contraposición a las respuestas repetitivas que han llevado a la enfermedad. Esto permite comenzar a generar nuevos vínculos y relaciones ofrecidos en el contexto comunitario (García Badaracco, 1990).
También consideramos fundamental poder sentirnos vulnerables y permitirnos dudar. Ambos aspectos son los que nos permiten salir de nuestra omnipotencia y conectar verdaderamente con el dolor del otro siendo parte del proceso de aprendizaje que todo paciente y familia nos trae.
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