El Dr. Stefano Goretti es un medico psiquiatra italiano, actualmente trabaja en el Hospital Torrecardenas de Almería ( España) en la Unidad de Hospitalización de Salud Mental.
De formación fenomenológico – psicodinámica, Goretti realizó una pasantía en Ditem en 2017.
El trabajo que publicamos hoy fue presentado en el Comité Científico el 7 de diciembre del corriente año.
Es un honor y un placer en el día de hoy poder hablar, dos años después, en este lugar que para mi tuvo una importancia fundamental, que me permitió verme y ver el Otro, de una forma diferente a la que estaba acostumbrado. Es por eso que tengo que agradecer a Maria Elisa Mitre y a muchos de los que estaos aquí hoy.
García Badaracco -en el gráfico que se encuentra en este departamento y que describe todos los paradigmas que hicieron posible el despertarse de una nueva forma de estar-con con la persona (y no a caso he elegido la palabra persona y no paciente)- utilizó un nuevo método al que llamó Psicoanálisis Multifamiliar, señalando entre varios elementos centrales la fenomenología que, en mi opinión, es una de las que más ha beneficiado el pensamiento de lo que fue el maestro de muchos de los que nos encontramos en este lugar.
La fenomenología estudia, según Husserl,“ los fenómenos”, en donde la consciencia era siempre “consciencia de algo” , entendida como intencional y priva de una características que se definirían “inconscientes”.
Este tipo de método de comprensión del ser humano se asocia a otros dos que aparecieron prácticamente en la misma época. Por un lado, el psicoanálisis freudiano, cuya representación de la la consciencia era la de un lugar donde se presentaban conflictos que finalmente estaban ubicados a un nivel profundo, y la biologicista, hija de las antiguas explicaciones psicológicas sobre la mente que evidenciaban primariamente los resultados de dicho conflicto psicoanalítico o de la intencionalidad fenomenológica.
El punto que une estos tres métodos es la intención de comprender el objeto a estudio que en nuestra profesión es el ser humano.
¿Y como se llega a comprender a alguien? Para poder hacerlo es necesario un método.
Es así porque para realmente llegar ante todo a comprender, proceso previo al interpretar, necesitaremos de un método, entendido como método de la cura Creo que el método fenomenológico puede ser una buena manera para crear un puente hacia el psicoanálisis multifamiliar.
Tratándose de método y no de técnica favorece ya de por si, como el psicoanálisis multifamiliar, la subjetivación de la persona, evitando posibles respuestas pre-concebidas.
Un método en mi opinión sirve para medir y para saber medir, y no hablo de saber medir en referencia a la posibilidad de elegir un listado de síntomas y medir la pertenencia o no a un determinado trastorno. En mi caso hablo de medir “las nubes” en términos complejos sino porque en términos metafóricos las nubes representan los que es el alma en los cuerpos vividos de nuestros pacientes .
Es posible que en esto haya quien no puede estar de acuerdo pero como condición de ser humanos siempre estamos midiendo algo: el nivel de angustia de un paciente, la corporalidad frente a una vivencia, la mirada de la persona que tenemos delante, el medir de por si significa que hay un Otro objeto de medición, explicando de esta forma de como la realidad esta co-construida con un Otro o con Otros.
Tengo que llegar a una plena comprensión de los fundamentales de Tu ser para poder crear un Tu y Yo que formaran un Nosotros que es el encuentro
Los tres pilares que tiene como Objeto el método de la cura se basan en el Saber, el saber hacer y el saber ser..
El saber es el de la psicopatología fenomenológica de Jaspers y el de la antropoanalisis de Binswanger, es un saber, como he dicho, psicopatológico , porque es necesario saber distinguir un delirante de un deliroide, una alucinación de una alucinosis, saber apreciar una atmósfera delirante, saber que es una experiencia de centralidad de una psicosis con respecto a la búsqueda de centralidad de la histeria o la invasión del limite con respecto a la del neurótico.
Saber también significa cómo se diferencia un objeto fóbico del objeto del obsesivo, esto es el saber de lo que necesitamos antes de poder sentarnos con la persona.
El saber general clínico sirve solamente, para una diagnosis nosografica y para saber llenar el ego de algunos compañeros, pero de poco sirve para saber-ser con un paciente o por lo menos no sirve para curarlo.
El segundo punto es saber hacer, puesto que no es fácil capturar los fenómenos de los pacientes porque estos no aparecen a la vista desde el primer momento, los fenómenos psíquicos están basados en conceptos, por lo que dependen del instrumento conceptual que utilice o sea del método, que utilizo para estar con la persona.
Ese método, en mi caso, consiste en poner la persona y su experiencia al centro. Es dentro de la experiencia subjetiva del paciente que tenemos que ser capaces de despertar, levantar y poner en evidencia finalmente lo fenómenos básicos. Esto no es fácil.
Para lograrlo necesitamos de una teoría del síntoma, que mi caso me hace pensar en algo que se manifiesta en la relación entre el paciente y el otro. El síntoma no es una entidad que existe de forma autónoma fuera de la relación, porque el síntoma es una vivencia del paciente que sale, que grita, que reclama poder ser escuchada por alguien. Es algo que se presenta en una relación o por se mas exactos en una relación fallida.
En el saber ser (que incluye el saber estar con) como clínico tengo que permitir el despliegue de este síntoma, como un papel arrugado que se abre permitiendo comprender el significado interpersonal del síntoma.
Porque nosotros en términos últimos nos ocupamos de poner la persona y su experiencia al centro, permitiendo el encuentro con nosotros como símbolo del encuentro entre la persona y su alteridad en un espacio dialógico.
El poder permitirlo determina que la persona pueda reconducir la vivencia expresada por el síntoma con su historia de vida personal, de poder sacar un significado personal que tiene que ver con su biografía.
¿Cómo hacemos para encontrar el sentido personal del síntoma? Este adquiere significado en el momento que está ubicado en el mundo de la vida del paciente y que, inicialmente y por sentido común, es algo desprovisto de significado. Tal como sucede en el delirio que es el no significado por excelencia.
¿Cómo reconstruimos el mundo de la vida de la persona? Se requiere un trabajo tremendamente intelectual que necesita de un análisis del mundo de la vida del paciente. Es decir: una subdivisión de la globalidad en sus dimensiones reales, en sus a-priori fundamentales que son tiempo, cuerpo , espacio y el Otro.
Nos ocupamos de objetos conceptuales y eso significa que creamos nuestros objetos, eso no significa que la locura no existe, estoy afirmando que según el instrumento que utilizo nosotros vemos diferentes caras del prisma que es la persona.
Es en este contexto y con las limitaciones que cada uno de los paradigmas proporcionan que García Badaracco elaboró su método que tiene mucho en común con la fenomenología y que me gustaría analizar.
Dicha teoría se basa en la creencia de una virtualidad sana de la persona que se presenta al encuentro. El término virtualidad sana esta especialmente explicado por este autor en diferentes artículos que tienen mucho que ver con la fenomenología, porque aunque es presente una distancia parcial con respecto a lo que causa la enfermedad (uno habla de las interdependencias, el otro habla como ya he comentado de una ruptura con la alteridad propia y la del Otro) presentan muchos elementos en común.
En la virtualidad sana García Badaracco habla de la mirada, la describe de una forma exquisita haciendo hincapié en la importancia de esta en el encuentro, explica de como el mirar al paciente de una forma psiquiátrica favorece el perpetuarse de un reflejo en el que al paciente resulta imposible una toma de conciencia de lo que realmente es su mundo (comprensión), Badaracco lo explica desde su paradigma que esta es la mirada interna de los padres quien no permiten un crecimiento del sujeto (interdependencia patológica) mientras que la fenomenología habla de una mirada sin pre-juicio que en cierto sentido significa ver el paciente de una forma “diferente” (palabra que también utiliza mucho García Badaracco), favoreciendo una co- construcción de la narrativa del paciente, diferente a la que había ocurrido hasta el momento y de las razones que lo han llevado allí ( interpretación co-construida).
La virtualidad sana como forma de ser tiene mucho que ver con el método fenomenológico, en este se hace un particular hincapié en la forma en la que nos encontramos con la persona que tenemos delante.
A través de la reducción fenomenológica se busca de hecho poner entre comillas, los prejuicios del terapeuta. Me refiero a poner entre comillas y no eliminar porque sino en este caso estos acabarían presentándose. Es solamente a través del poder conocernos y poner de lado nuestras pre-conceptos en cuanto seres humanos y de como estos se presentan que podemos realmente encontrarnos con el paciente.
En la virtualidad sana García Badaracco hace un salto que va más allá de la reducción fenomenológica. Propone el poder creer (creer para ver) de una forma ante todo pre-verbal la parte humana de la persona.
Estamos todos en la misma, es una frase que explicita perfectamente esta forma de encuadre interno. En fenomenología se habla de una condición de encuentro a nivel a-apriorístico; ya no existen barreras que nos dividen, yo no soy el terapeuta que tiene una consulta contigo que me demandas algo porque estas enfermo, sino somos dos personas entre tantas que mantienen un encuentro, coincidiendo en el hecho de ser dos Seres Humanos con dos condiciones de posibilidad diferentes, o no, y con una especifica forma de estar en el mundo.
Es solamente a través de una comprensión verdadera (que como he dicho anteriormente requiere un proceso largo) que podremos tomar conciencia de lo que realmente me mueve, del por qué frente a una emoción que me alcanza mantengo una determinada conducta, basándome siempre en el principio de la natural excentricidad de la posición del ser humano en las que las emociones se pegan a nosotros antes de que podamos realmente introyectarlas y solamente después podemos tomar una posición.
Una vez explicada la teoría y los puntos en común que permiten la comunión de estos dos paradigmas me gustaría utilizar como ejemplo un caso clínico.
El mundo de M.
M acude a mi consulta particular desde hace tiempo, de aspecto leptosomico anda por el pasillo antes de nuestra entrevista moviendo los brazos de forma forzada. Parece un militar que se prepara para una marcha,. Viste ropas largas, cómodas, humildes, el rostro presenta una barba cuidada pero corta y sus ojos son apagados y llegan a mirarme solamente en el momento en el que entra por la puerta, obligados a levantarse para evitarme como si fuera un objeto que estorba su camino.
M en las primeras consultas, las exploratorias, se mantiene escueto en palabras. Me comenta que ha decidido acudir porque “ no consigo liberarme de algunas conductas (utiliza este término) como el tener que cerrar la nevera o el grifo varias veces”.
Junto a esto me comenta que “ es como si tuviera una barrera en mi cerebro, cuando leo siento como si las palabras se pegaran contra esta barrera y estas cayeran al suelo sin llegar a quedarse en mi memoria”.
El mundo que me describe M. es repetitivo, estancado, cristalizado por unas repeticiones que en su opinión le impiden de avanzar, avance que se detuvo, dice M, cuando tenia 15 años, después haber sufrido bullyng por parte de sus compañeros de clase, circunstancia que lo llevo a abandonar los estudios.
Hablamos de lo que le provocó este “ estancamiento” en una edad en la que todos hemos tenido que superar retos y desafíos (conocer a personas nuevas, las primeras experiencias sexuales, crear una identidad más definida o terminar de desarrollar nuestra personalidad). Me comenta que esa es la causa que no le permite “ encontrar la verdad”.
Se refiere a la verdad en términos absolutos, como si existiera un único motor que nos permite el tender hacia delante y que esta búsqueda le había llevado a ir a diferentes lugares de culto para conocer la que en su ideal representaba la religión que mas podía estar relacionada con una mejor vida “ mas allá de la muerte”, eligiendo finalmente la islámica.
La integración en su identidad de dicha religión, que se diferenciaba de la de los padres (católicos no practicantes), había finalmente determinado una irrigidificacion progresiva por parte de M., ya el mundo existía solamente en función de lo que decía el Corán: llevaba consigo tapones para no tener que escuchar música porque se consideraba pecado, no comía con los padres porque no estaba permitido estar en la misma mesa si había alcohol de por medio.
Esa precariedad llevo a M. a un mundo cada vez mas solitario, estrecho y incomodo (porque el mundo esta hecho de mas personas, de un alter-ego, un mundo contagiado de pecado). Se produjo finalmente un aislamiento progresivo en el que las 4 paredes de su habitación eran el único lugar seguro, donde sus creencias y ahora su ser en el mundo no podían sentirse atacados o influenciados, donde su falso avance podía seguir a través del estudio del único libro que se permitía leer.
Llegó hasta el punto de interesarse de buscar paginas de “ militares para el Islam”, porque en su idea existía la fantasía donde poder encontrar Otros que se le parecieran.
Fue en una noche durante el mes del Ramadán de hace tres años cuando M. empezó a sentir que su mano se movía “por cuenta ajena”, habla de un espíritu (en su religión existen espíritus buenos y malos), que le había poseído y que él estaba y todavía está convencido de que el espíritu malo le había poseído para ponerle a prueba, para que este demostrara de ser “un buen religioso”.
Todo acabó tres meses después con M. en Urgencias del hospital, convencido de que su cuerpo estaba dominado por fuerzas oscuras y de que “alguien” quiera matarle por no haber sido todo lo valiente que habría tenido que ser.
Lo que quedaba de M. era aquella marcha “militar” que representaba un mundo que ha quedado suspendido entre lo que quería ser y lo que había llegado a soñar ser , una marcha que en verdad no podía abrir a diferentes condiciones de posibilidad, sino cerrar a la co-existencia. Una marcha que le alejaba de mi mundo, el del sentido común
Finalmente, era una persona cuyos pilares, construidos de una forma inestable, se habían venido abajo, exponiéndole ante el fracaso del sentido que la vida tenia para él. Es en este punto que estuve-con M, viviendo con él este fracaso, compartiéndolo como sentimiento que lo acercaban a lo humano: el tiempo que se detiene y que se estira, el espacio monótono y cerrado que me atrapa y me impide moverme como en unas arena movedizas. Es desde el punto en que un Otro no existe, porque mi ojo y mi mirada tienden hacia mi interior por no haber podido llegar a Ser, que intentamos crear una lenta reconstrucción. Porque si puedes sentir que estoy contigo entonces ya no estas solo, ya podemos crear juntos un mundo donde podamos estar los dos.
¿Y la familia en todo esto? Es en esta parte en la que tengo que agradecer la formación que me ha brindado el psicoanálisis multifamiliar, porque de otra forma yo no habría podido llegar a estar con ellos, la rabia por haber dejado a un hijo a la deriva sin remos para poder encauzar un rumbo de una vida diferente es algo que siempre me ha removido mucho y que muchas veces es tema de discusión con mi supervisor.
Conociendo la familia he podido aprender de cómo la madre de M. vivía en un mundo dominado por el aneidos, el sin forma, que hacia de contraste a una necesidad imperiosa de repetir gestos para paliar las eternas dudas que dominaban su ser, nunca había desvelado eso al hijo, intentando esconderlo con excusas banales, avergonzada por darse cuenta de que no podía llegar a ser “una buena madre”, como habría querido llegar a ser, diferenciándose de la suya que la obligaba a tener la habitación tan limpia que “tenía que poder comer en el suelo” (frase que según me cuenta sigue retumbando en sus pensamientos).
Y un padre que en las dos consultas que tuvimos llegó apenas a mirarme, manteniendo el cuello tendido hacia abajo como si estuviera mostrándose sumiso, sin llegar a mirarme, normalizando continuamente lo que había ocurrido al hijo porque “yo también era un chico introvertido que estudió historia pero que nunca supo como relacionarse con la personas por lo que finalmente decidí trabajar de portero de noche”.
Una hermana brillante y “híper -madura” según la madre que desde pequeña había destacado por no necesitar de nadie ni de nada, de estar tremendamente interesada en su futuro como forma de cumplir sus expectativas hasta el punto de cursas ahora medicina gracias a una Beca concedida como estudiante mas brillante de su provincia.
En la crisis que fue de casi tres años, la madre no había podido estar, moviéndose entre el conflicto de dejar un espacio que ella nunca había tenido, sin llegar a saber de cuanto es el espacio correcto, y el miedo a que si pasaba mas tiempo con el hijo este habría descubierto lo que ella llamaba “mi problema”, el padre totalmente absorto en su fracaso vital había normalizado la experiencia del retirarse de todos, como perpetuación de una herencia familiar y una hermana que había encontrado la cura estudiando en una ciudad lejana y alejándose tanto físicamente como emocionalmente de todos.
Una parte de la “cura” en el caso de M y de su familia en mi opinión, tendría que crear un espacio para poder aligerar este sufrimiento, permitiendo poder condividir experiencias Humanas como ocurre con el Psicoanálisis Multifamiliar.
Es así porque en el caso de M. y de su familia no ha existido nunca Otro que pudiera despertar vivencia para favorecer un re- desarrollo, alejándolos del solipsismo que precluye a cada una de las personas de la familia la posibilidad de poder lograr una existencia, autentica.
Para concluir quiero hacer referencia las cartas entre Binswanger y Freud, estos mantuvieron siempre una relación cordial no obstante los diferentes puntos de vista, el primero se confrontaba con segundo diciendo que los psicoanalistas cuando miraban a una persona se ocupaban de las cantinas, de los oscuro con sus suciedades, sus conflictos sus pulsiones y sus deseos mientras que los fenomenólogos preferían el ático por su cercanía al cielo y a temas mas fundamentales como la vida, la presencia y el ser en general.
Creo que al fin al cabo el psicoanálisis multifamiliar representa exactamente el puente entre estos dos métodos. Gracias a el por fin podemos mirar todo el edificio que es el ser humano pudiendo llegar a conocer tanto el punto mas cerca del cielo que el mas escondido a los demás y a nosotros mismos.
Excelente mirada